domingo, 2 de septiembre de 2012

CALLA TU MENTE, AQUIETA TU CORAZÓN: DEJA QUE PASE, ALGO ESTA CAMBIANDO EN TI...



Está en nosotros que suceda, siempre hay algo que podemos mejorar, hacerse más llevadero, más armónico, más humano pero en el sentido más elevado de esa palabra cada vez mas alejada de la realidad: " Humano ".
Hemos ido perdiendo la humanidad en nuestra vida, dejamos de silenciarnos, y no detenemos la razón, hemos ido dejando de escuchar lo que nos grita el corazón. Esa voz interior, esa conciencia  que nos mantiene aprendiendo en este tan maltratado y poco valorado planeta. Hoy, como tantos otros momentos doy un nuevo paso, uno tal vez más alto, o más profundo, pero sin duda, uno que me acerca al reposo de mi interior y de lo que realmente es  verdadero.
Cuando se pierde la esperanza en un mañana distinto, uno que te llene de real añoranza en que ha de darse aquello por lo que has soñado y luchado siempre. No importa, no importa nada lo que te puedan decir “otros”, y en otros incluyo a tantos…, lo que sí importa es no perder la absoluta convicción de que todo tiene un sentido, los caminos de pronto se hacen inestables, inseguros y esa inseguridad ronda tu alma, pero en el fondo, en la hondura más extensa de tu alma, siempre está lo real.

AUN NO HEMOS ENCONTRADO LOS MAS GRANDES TESOROS, LOS CUALES ESTAN DENTRO DE NOSOTROS MISMOS, DESPERDICIAMOS NUESTRA VIDA EN BUSCA DE LA FELICIDAD Y ESTÁ MAS CERCA DE LO QUE PENSAMOS O CREEMOS: ESTA DENTRO DE NOSOTROS MISMOS.


Un mendigo había estado sentado más treinta  años a la orilla de un camino. Un día 

pasó por allí un desconocido. "Una monedita", murmuró mecánicamente el mendigo, 
alargando su vieja gorra de béisbol. "No tengo nada que darle", dijo el desconocido. 
Después preguntó: "Qué es eso en lo que está sentado?" "Nada", contestó el mendigo. 
"Sólo una caja vieja. Me he sentado en ella desde que tengo memoria". "¿Alguna vez ha 
mirado lo que hay dentro?", preguntó el desconocido. "No" dijo el mendigo. "¿Para qué? 
No hay nada dentro". "Échele una ojeada", insistió el desconocido. El mendigo se las 
arregló para abrir la caja. Con asombro, incredulidad y alborozo, vio que la caja estaba 
llena de oro. 
Yo soy el desconocido que no tiene nada que darle y que le dice que mire dentro. No 
dentro de una caja como en la parábola, sino en un lugar aún más cercano, dentro de 
usted mismo.  
"¡Pero yo no soy un mendigo! ", le oigo decir.  
Los que no han encontrado su verdadera riqueza, que es la alegría radiante del Ser y la 
profunda e inconmovible paz que la acompaña, son mendigos, incluso si tienen mucha 
riqueza material. Buscan afuera mendrugos de  placer o de realización para lograr la 
aceptación, la seguridad o el amor, mientras llevan dentro un tesoro que no sólo incluye 
todas esas cosas sino que es infinitamente mayor que todo lo que el mundo pueda 
ofrecer.  
DENTRO DE NOSOTROS MISMOS ESTA LA RESPUESTA, NO BUSQUEMOS FUERA LO QUE TAN SOLO EN EL SILENCIO Y ENCONTRÁNDONOS CON NUESTRO INTERIOR VAMOS A HALLAR!!!